lunes, 10 de septiembre de 2012

Oración


oración.
(Del lat. oratĭo, -ōnis).

1. f. Obra de elocuencia, razonamiento pronunciado en público a fin de persuadir a los oyentes o mover su ánimo



No soy ningún hechicero ni ningún brujo con soluciones que salen de la nada.    Sólo soy un buscador de voluntad para seguir adelante.   La voluntad es mantenerse firme, tener el ánimo sujeto cuando quieren tirártelo al suelo.

No soy creyente, pero entiendo ese deseo de encontrar esa voluntad para avanzar o coger aire, porque estar tirado en el barro, o caerse y hacerse daño en una rodilla, o el simple cansancio en el camino, dan ganas de tirar la toalla.   Yo soy un pesimista, pero soy un pesimista que quiere ser optimista.  Hay que sujetar bien fuerte esa toalla y no pensar en tirarla.   Robert Louis Stevenson, enfermo, viajó a las islas del Pacífico para restablecer su maltrecha salud, aunque aún era un hombre joven.   Conoció a los nativos y se hizo parte de ellos, de algún modo.   Escribió unas Oraciones ("Oraciones de Vailima") que es un libro que me gusta mucho y del que he escrito de vez en cuando en otra parte.

Aquel libro  estuvo algunas semanas en mi taquilla de Renoir Audiorama, con mi ropa y mis pingos.

Todos nos quejamos de dolores que encontramos en el camino.   Días malos.  Algún problema de salud.   Desórdenes familiares.   Incertidumbre y confusión ante la que está cayendo.  Lo que sea.  

Una tarde, durante la jornada de trabajo, encontré a dos compañeros de Renoir
especialmente desanimados por las cosas que no funcionaban en el cine.  Juraría que fue aproximadamente hace un año, en septiembre de 2011.   Se nos escaparon las películas de Urbizu ("No habrá paz para los malvados") y Malick ("El árbol de la vida") que aparentemente podían arrastrar a algo de nuestro público habitual a las salas.   Las películas en cartel estaban ya muy agotadas.

Alguna avería en el bar o algún otro desorden los tenía atados a ese estado de ánimo.  El mío tampoco era bueno, pero rápidamente, como los camaleones, cambié el color, subí a la taquilla y cogí el libro, para recitarles, en el hall, una de las oraciones de Stevenson: "Por la renovación de la alegría".

Quedaron un tanto sorprendidos, y ante mi surrealista pero entusiasta lectura, quedaron distraídos un rato de su preocupación.   Sólo el ánimo, sin hechos detrás, sin un comportamiento activo, no nos traen la solución, pero nos permite seguir adelante.

Como no, aquí está aquella oración:

Si somos malos, Señor, ayúdanos a darnos cuenta de ello y a enmendarnos.  Si somos buenos, ayúdanos a ser mejores.  Así como envías el sol y la lluvia, envía una mirada paciente sobre tus siervos; contémplalos, fertiliza su absoluta aridez, despiértalos, reanímalos; recrea en nosotros el espíritu de servicio, el espíritu de paz.  Renueva en nosotros el sentido de la alegría.



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